Césped impecable: ¿Quieres un verano verde?

La llegada del buen tiempo es el mejor momento de disfrutar del jardín y, para ello, es importante conseguir un césped con una hierba cuidada, fresca y densa. Un objetivo que requiere tiempo, dedicación y realizar unas tareas básicas de mantenimiento, además de disponer de las herramientas necesarias.
Una de las cuestiones más importantes es regar el césped, sobre todo, cuando suben las temperaturas. Por eso es recomendable contar con un buen sistema de riego, que funcione correctamente y haga llegar el agua a todas las zonas del césped. Sin embargo, hay que evitar encharcar el suelo, porque en este caso no crecerá y acabará pudriéndose. En verano, el mejor momento para regar es al amanecer o al atardecer, sobre todo, por la mañana muy temprano, cuando todavía no hace calor ni viento suficientes para que el agua se evapore demasiado rápido. En cambio, si se hace por la noche, o muy cerca del anochecer, el césped estará húmedo muchas horas, lo que aumenta el riesgo de que aparezcan hongos y otras enfermedades.
Además, se debe prestar especial atención cuando se corta el césped. Es necesario cortarlo de una manera precisa y, preferiblemente, en verano, dejar la hierba un poco más alta para fortalecer las raíces. Por norma general, lo más habitual es hacerlo una vez a la semana, aunque si crece mucho se podría cortar dos veces dejando pasar unos días entre ellas. También es recomendable esperar a que se seque la hierba para evitar que le salgan hongos. En este sentido, los expertos aconsejan vigilar las cuchillas del cortacésped y mantenlas afiladas y en buen estado.
Por otro lado, evitar compactar el suelo es otra de las tareas básicas. Al pisar más el césped el suelo se vuelve más duro y en consecuencia estará menos poroso, absorberá peor el agua de riego y la hierba se verá menos densa y saludable. Para solucionar el problema se debe airear el suelo. Esta tarea consiste en pincharlo pasando un rodillo especial o con unas suelas aireadoras (con pinchos).
Además, hay que frenar la proliferación de hongos, que son uno de los principales problemas del verano. Por eso, es conveniente prestar atención y vigilar si manchas y decoloraciones, raíces que se pudren, etc. En este caso, hay que aplicar fungicida.
Finalmente, el control de las malas hierbas es también fundamental. Además de arrancarlas de raíz, la solución pasa por utilizar un herbicida específico.